Alvise Pérez tiene un talento: convertir la mentira en argumento y la corrupción en espectáculo. Ante el Supremo, el eurodiputado ultra ha justificado cobrar 100.000 euros en fajos de billetes de un empresario como si fuese un premio de tómbola, un adelanto para “capitalizarse a nivel personal”. La excusa es tan grotesca como coherente con
El pueblo de Extremadura que pocos conocen: en él nació Soraya Arnelas y está lleno de iglesias de piedra, casas encaladas y rutas
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